Hay días en los que me apetece mandarlo todo a la mierda.
Mañanas en las que me doy cuenta de que soy yo la que siempre escribe el primer mensaje del día.
Días en los que de verdad lo veo todo negro, echo de menos más yo de lo que me echan de menos a mi, y noto que duele.
Momentos en los que falta un «y tú que tal?» después de escuchar a los demás.
Instantes en los que ni el súper abrazo me consuela.
Pero esos días tienen las mismas horas que los demás. Y puede que tarde más en dormirme pero al día siguiente, mi coraza habrá empezado a crecer de nuevo como una rama hasta convertirse en un buen arbusto que en otoño volverá a romperse.
No puedo con todo, y está bien. No pasa nada.
y al final pase lo que pase, todo pasa… 😀