He tenido tanta tensión acumulada este fin de semana que estoy cansada de hablar. Hablo, hablo y hablo, de lo primero que se me pasa por la cabeza, de lo que me ha ocurrido, de lo que sea, de todo menos del tiempo.
Odio hablar del tiempo, lo odio!
No se, es una manía que he cogido con el paso de los años, no me gusta nada, es empezar a hablar del tiempo y se me pone mal cuerpo… El coincidir con un vecino en el ascensor y comentar el calor que hace o la rapidez que tiene que darse para recoger al ropa de la cuerda para la que lluvia no la empape me parece una de las conversaciones más absurdas que pueden tener lugar en un recorrido que no llega a durar ni medio minuto. Tanto cuesta quedarse en silencio?? y lo digo yo, que no me callo ni debajo del agua!! Pero, de verdad, tanto cuesta dejar esos segundos para que el cerebro desconecte en vez de hablar por hablar??
Pero si hay algo que me molesta de hablar del tiempo es hacerlo con una persona a la que conoces mucho, a mi el vecino me da igual, me habla de las nubes y de la gota fría y yo le pongo mi sonrisa educada (esa que sale sola y que tus padres se han encargado de enseñarte desde bien pequeño) mientras maldigo por no vivir ne un primero. Pero cuando tengo una charla con un amig@ y llega un momento en el que se habla del tiempo, en mi cabeza se enciende una luz roja de emergencia mientras pienso en qué es lo que ha pasado para llevar hasta ese punto la conversación. Porque para mí, hay cientos, miles de temas que comentar y debatir, silencios que con esas personas no tienen por qué ser incómodos, de echo, más de uno los agradecerán dado mi alto nivel de palabrería, antes que hablar del tiempo.
Quizá algunos me tomen por loca, «con lo fácil que es hablar de la lluvia o el calor en los silencios incómodos», dirán. Para mí, no es así, en mi vida, hablar del tiempo es sinónimo y, a la vez, precedente de que a esa amistad le quedan pocas «temporadas»…. por lo que si de verdad aprecias nuestra amistad: NO ME HABLES DE TIEMPO!