– Tú me ilusionas, me ilusionas vale! – gritó él, en medio de la disputa.
– Tiene gracia – dijo ella con lágrimas en los ojos – porque yo tengo la sensación de que todo esto ha sido eso para ti, sólo una ilusión, una fantasía… –
– ¿Qué quieres de mi? Dime lo que quieres y te lo daré – suplicó.
– Nada… ya es tarde… me he desilusionado. Lo siento –