8:50. Como cada mañana dos personas coinciden en el ascensor de la empresa:
– Buenos días – Dice automáticamente, mientras pulsa el número 14.
– Buenos días – sonríe- … gran presentación la de ayer – y mira a esos ojos marrones.
– Esto, gracias – contesta asombrado – Perdona, nos conocemos desde hace cuánto? 4 años? Y es la primera vez que hablamos más allá de un «buenos días»… – replica con un tono raro.
– Yaaa, culpa mía – contesta ella mirando al suelo.
– Siempre he pensado que me odiabas por ser hijo del jefe, a muchos le ocurre – Dice avergonzado pero sincero.
– No, que va. Cuando entré a trabajar aquí estaba tan enamorada de ti que me daba vergüenza hablar contigo – Ups, sabe que ha hablado demasiado.
El sonríe y le brillan los ojos un poquito.
– ¿Y qué ha cambiado? si no te molesta que pregunte –
– Nada, bueno sí, he cambido yo – se sonroja, ¡Por qué hoy dura tanto el ascensor!
– Bueno… buenos días! – Las puertas se abren en el piso 14 y ella sale casi corriendo.
– Buenos días, Daniela! – Vuelve a sonreir mientras las puertas se cierran. Mierda, ese era mi piso!
En ese momento el hijo del jefe se enamoró de ella.