Ella camina despacio y pensativa, recordando cómo todo lo que le importaba en su vida se ha roto. No deja de llorar pensando que nunca será feliz… con aplomo se sienta en un banco del parque y observa a la gente pasar. Mete su mano en el bolsillo del pantalón y toca algo frío…en ese instante sonríe, sabe lo que es.
Saca media moneda de plata que, desde hace mucho tiempo, le acompaña en su vida, la contempla y por un momento vuelve a estar sobre las rodillas de sus abuelo escuchando una bella historia: «Esta moneda es especial, pequeña – comenta el abuelo – tiene magia, siempre busca su otra mitad, arrastra a quien la posee a encontrar a esa persona que es su media naranja, la persona que tiene en su poder la otra mitad de esta moneda, de este todo que es la felicidad. Este trocito de metal mejora con los años, se vuelve más valioso con el tiempo y va aprendiendo de lo vivido hasta el momento, para encontrar el mejor camino para llegar hasta la parte que le falta. Poco a poco, sin que uno se de cuenta, le va acercando a ese gran amor. Porque eso es lo que hace la magia. La magia no se ve, no se toca, ni se oye, pero se siente. Con sólo tener esta moneda en tus manos, este pequeño trocito de plata, llegará un día, cuando menos lo esperes y más perdida estés, que te mostrará un mundo nuevo. Mundo que verás a través de dos ojos que no serán los tuyos sino los de tu amor y dueño de la parte que le falta a esta moneda y dueño de tu corazón. Pero escucha bien lo que te digo -añadió el abuelo – cuando encuentres a esa persona, la encuentres de verdad, no debéis conservar ninguno su parte de la moneda, ni guardarla como símbolo de vuestro amor, porque la moneda ya habrá hecho su cometido al juntaros. Lo que debéis hacer; y te digo esto porque sé que vas a encontrar la otra mitad; es tirar cada trozo lo más lejos posible y en direcciones opuestas para dar la oportunidad a otras personas de disfrutar de la magia. Porque lo bueno que tiene la magia es que no desaparece, se multiplica y, gracias a este trozo de moneda, muchas almas se unirán creando grandes historias de amor. Nunca la pierdas pequeña, no la abandones hasta que haga su trabajo.» Alzó el trozo de metal que sostenía en sus manos, contempló su belleza y una gran sonrisa apareció en su cara.
Al otro lado del parque, un joven contempla con dulzura la escena y fascinado por esa joven con una belleza especial sonríe mientras toca el colgante que lleva en el cuello, una cuerda con un trozo de plata.
No es el primer cuento que escribo pero sí uno de los que más me ha gustado escribir. Espero que quien lo lea lo disfrute!
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