Una tarde de otoño dos lágrimas se juntaron en el suelo…
– Hola! – le dijo una lágrima a la otra.
– Hola – contestó la otra triste.
– ¿Qué te pasa, porqué esa cara tan seria? –
– ¿Por qué? ¿Me lo preguntas tú? – contestó molesta – Estoy triste, soy una lágrima, es mi estado narural, ¿no te pasa lo mismo? –
– No, yo soy una lágrima si, pero soy una lágrima de felicidad, no de tristeza –
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